12 febrero 2006

EL MALDITO EFECTO CLARK KENT



Aquellos que no hayan visto la película Vertigo (Alfred Hitchcock, 1954) y lo consideren un asunto pendiente no lean estas líneas donde se discurre sobre cierta arista de su trama.

Resulta que miré esta renombrada película de este renombrado director un par de días atrás. La película está buena, el final final, la última escena, es genial, ahora, me mató el efecto Clark Kent. Siempre de niño no entendía – y sufría un poco por ello – como Clark Kent nunca (o casi nunca) era desenmascarado y su identidad secreta nunca develada, cuando la única diferencia con Superman era que se ponía los lentes y desaparecía el característico jopito o rulito en su frente. Desesperaba cuando en la película en esas escenas del balcón Luisa Lane nunca ni le menciona a Clark el tremendo parecido que tenía con Superman o vise versa, cuando el tipo es el mismo sin lentes. Mi condición de ser racional que siempre busca la existencia de verosimilitud en la trama lo consideraba una chotada y yo como niño inteligente no me comía esa pastilla, algo de lo que el único perjudicado era yo mismo.

Una cosa similar me sucedió con Vertigo, película protagonizada por James Stewart y Kim Novak. En ella, muere un personaje perpetrado por Novak- o eso nos hace entender la trama - del que James Stewart estaba realmente enamorado (enamorado cómo solo se enamoraban en las películas de antes, cuando un beso apasionado era más que suficiente, un beso apasionado y el amor eterno). La cuestión es que la persona no murió y al año, Stewart hundido en una terrible depresión (no sé como se lo definiría en su momento) ve una persona que le resulta muy parecida, pero con el pelo castaño y largo en vez de rubio y recogido. Aquí es donde mis nervios se crispan y me desencanto con la trama de la película, si es obvio que la persona es la misma para mí como espectador, más obvio tendría que serlo para alguien que estuvo perdidamente enamorado de ella. Pero no, él duda, igualmente quiere conocer a esta nueva chica tan parecida al amor que perdió. Yo sé que el pobre de Novak la vio volar por los aires y estrellarse contra el piso y eso no es fácil de superar, pero podría haber empezado a imaginarse que aquí había gato encerrado, cosa que recién hace cuando ella se pone el mismo collar que usaba la supuesta difunta. Eso me mató, vamos Hitchcock, me encanta esa especie de incredulidad que hay en el cine de esa época, pero este efecto pelotudo. O que ella le diga que fue lo que sucedió o él la presione para descubrir la verdad, pero que así, sin querer se ponga el mismo collar y que ella no note que él ahí empieza a sospechar, no sé, una lástima.

Igualmente, ahora que pienso en la película con dos días de distancia la considero una muy buena película con un giro en la trama que solo puede perjudicar a aquellos que nunca se comieron la pastilla de Clark Kent.




01 febrero 2006

2006

Qué nervios.